Autor: David Natarén

Hace cuatro años, sentado en el auditorio de una universidad alemana, sudando de más en aquel verano, escuché a Amartya Sen hablar de sus ideas sobre el desarrollo. Sen había sido premiado con el Premio Nobel de Economía por dichos postulados y posteriormente fueron usados como base para la formulación del Índice del Derecho Humano del PNUD.

Concluí que las y los hondureños debemos luchar por lo que él decía para poder afirmar que el país se ha transformado para el beneficio de todos y todas. Por cuestión de espacio es retador desarrollar el argumento que hacía con la profundidad que merece, pero puedo resumirlo así: Debemos trabajar por una sociedad libre.

En este caso, hablo de una libertad amplia, incluyendo los aspectos políticos y económicos como medios para buscar nuestra realización como personas. Actualmente, hay muchos factores fuera de nuestro control que limitan nuestra libertad en Honduras. Particularmente recuerdo cuando en el 2008 tuve que tomar la decisión de sacrificar parte del tiempo que tenía para estudiar para trabajar y poder pagar por mi alimentación y gastos esenciales que me permitieran seguir mi carrera en la universidad. Una decisión que tomé forzado, por la falta de redes de protección social del Estado de Honduras y que no me permitió en aquel momento gozar de la libertad para desempeñarme como estudiante, en igualdad de condiciones a mis compañeros.

Evidentemente mi caso no es representativo de la sociedad hondureña debido a que he tenido una vida con privilegios; mis compatriotas son obligados y obligadas a tomar decisiones más difíciles. Recientemente conocí a una joven que me contó cómo se endeudó para pagar el hospital cuando su padre enfermó y posteriormente tuvo que retirarse de la universidad para trabajar y pagar las deudas. Hay compatriotas que mueren porque sus familias no tienen la libertad de invertir preventivamente en su salud, forzándolos a vivir con consecuencias graves para su bienestar.

Los tres casos expuestos son ejemplo sobre como nos limita nuestra realidad a las y los hondureños. Para poder describir a Honduras como un país transformado, debe tener una cualidad: libertad. Nuestro Estado debe garantizar nuestra libertad política y económica para tomar oportunidades en condiciones más balanceadas y que nos permitan ser felices e incluidos para que todos y todas participemos en la construcción de una mejor Honduras.